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Llega la impermeabilización
En los ratos libres (¿ehhh?), habíamos investigado lo suficiente para determinar cómo conseguir el mejor cemento impermeabilizante; el precio era abusivo, exorbitante,
prohibitivo (unos 3.000 euros para los 95m2 de la superificie de la piscina), pero, por suerte, un familiar conocía a un amigo de un amigo que nos lo dejó a precio de mayorista. Así que después de dar una capa fina de
cemento (con arena de Begur o extra-fina) a toda la piscina para igualar la superficie y realizar las medias cañas (antes había ángulos rectos), nos preparamos para el paso más importante de todo el proceso: la
impermeabilización.
Tras alquilar una batidora potente para realizar la mezcla de los dos componentes (que nadie lo haga con el taladro de casa, so pena de fundirlo en cinco minutos), inciamos la aventura. Como
era pleno verano y hacía calor, no podíamos ponerlo por el día, así que madrugábamos para empezar y continuábamos a última hora de la tarde y primera de la noche (alumbrados con un foco). Quien lo haga siguiendo este
ritmo, es probable que tenga pesadillas en forma de material cementoso y pegajoso que se introduce lentamente por las sábanas de la cama e impermeabiliza sus partes (más bien paraliza, porque con el cansancio no se
tiene ganas de NADA). Lo "bueno" de este cemento de altas prestaciones, es que la primera capa se aplica con brocha y las sucesivas con rodillo de lana. Pues bien, nosotros incumplimos casi todos los
requisitos: dejamos la masa sin aplicar más tiempo del aconsejado, expusimos al sol directo algunas partes ya pintadas, añadimos "a ojo" la arena de cuarzo (necesario para el posterior agarre del gresite),
etc. Además, al no ser "pintores" profesionales, la superfice no quedó precisamente lisa: aquello era una sucesión interminables de surcos y caballones grotescos, que casi daba miedo mirarlos, y desde luego no
era aconsejable pisarlos descalzos. Todo aquello creó un ambiente algo "caldeado" y poco faltó para matarnos a brochazos de cemento impermeabilizante.
He aquí una imagen de esta etapa: usábamos la
loneta para proteger el cemento recién aplicado del calor ya implacable. En el trozo descubierto se aprecia perfectamente que lo nuestro no es la pintura lineal. |
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Como siempre, mientras hacíamos esto y aquello, JM no dejaba de aconsejarme, y en uno de los 375.000 mensajes de correo electrónico que nos escribimos por aquel entonces, me dijo que colocara gres
a modo de piedra de coronación. Eso hicimos y el cambio fue espectacular. Como el presupuesto no daba para poner gresite, decidimos llenar la piscina y ahorrar para el año siguiente.
Así que, una vez secado el
producto impermeabilizante, llenamos la piscina con los dedos bien cruzados. Tras las 96 horas de llenado de rigor, nos acostamos. Al día siguiente me frotaba los ojos uno y otra vez: no podía creérmelo, la piscina no
tenía pérdidas. El milagro había ocurrido. |
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Como muchos recordarán, el invierno de 2004 ha sido uno de los más duros de los últimos años. La capa superficial de la piscina (unos 7-10 cm) se heló por completo, como se ve en esta imagen. |
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También nevó (y mucho); en la fotografía se aprecian los primeros copos que comenzaron a caer tímidamente para embellecer el paisaje navideño. |
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Aprovechado la oportunidad, salí a toda prisa con la ropa de estar por casa (??????) y me dije: "Seguro que aguanta mi peso", pero, por si acaso, primero apoyé la punta de la punta de la
punta del pie y luego, poco a poco, apoyé la punta de la punta del otro. Finalmente, al ver que no crujía ni pasaba nada raro, decidí dejarme de tonterías y apoyarme por completo (suerte que no tenía unos patines de
hielo, que si no...) Traté de convencer a los perros para que "pasearan" por el hielo, pero ya se sabe que son muy listos, y mantuvieron un perímetro de seguridad de un par de kilómetros como poco. |
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